domingo, 16 de septiembre de 2012

Reseña de la exposición 'La idea de América Latina' // CAAC Sevilla

Una urgente mirada crítica en el XX aniversario de La Expo 92
Carlos G. de Castro
Esto no es América - Alfredo Jaar
A lo largo de toda la nave de la iglesia del Monasterio de la Cartuja de Sevilla se despliega la silueta en rojo de América, marco donde los comisarios de la muestra La idea de América Latina, Berta Sichel y Juan Antonio Álvarez Reyes, han dispuesto los monitores de la obra Video Trans America de Juan Downey. De este modo, el corazón del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo es ocupado por la documentación del largo viaje que de 1973 a 1977, en diferentes etapas, realizara el artista chileno en busca de una identidad común entre los diferentes pueblos que habitan tan vasto continente.

Viaje y búsqueda son dos constantes de esta muestra. En el refectorio de la Cartuja se ofrece al público la video instalación A personal narrative of travel to Boliva de Michael Aurder, donde se documenta la vida cotidiana de los bolivianos, mostrándonos la crudeza de una existencia dominada por la explotación y la miseria que contrasta brutalmente con la belleza del paisaje andino.

Otra de las constantes en la exposición es la reflexión sobre la construcción de la imagen de América Latina y su presentación como algo “natural”. Así, a los pies del templo gótico mudéjar, en un libro, observamos el mapa de Sudamérica que girara Joaquín Torres García para afirmar sin complejos «nuestro norte es el sur». Y en otros de los vídeos presentes, Mapas elementales I, II y III, la mano de la brasileña Anna Bellageiger dibuja obsesivamente triángulos, configuraciones oníricas de Sudamérica. Los planos se centran en el movimiento autónomo del miembro al dibujar, trayéndonos a la mente los ecos de aquella vivaracha “zarpa” relatada por Julio Cortázar en Estación de la mano; mientras, de fondo suena la música de Chico Buarque, músico censurado por la dictadura carioca.

La muestra pone su punto y final en los espacios del claustro sur, donde las piezas versan sobre las sombras que en nuestros días se ciernen sobre América Latina. En estas paredes se expande el mapa pixelado del río Amazonas El nuevo dorado, creación de Miguel Ángel Rojas realizada con hojas de coca y pan de oro; recursos cuya obtención es una de las causas principales de la deforestación del pulmón verde del planeta. En la habitación contigua se halla una selección de fotografías, realizadas en los ochenta como performance por Marta Minojín. En ellas la artista argentina plantea el pago simbólico de la deuda externa de su país al americano Andy Warhol con mazorcas de maíz. Y frente a estas fotos, un enorme mural, Nuevos Mercados de Minerva Cuevas, mezcla las imágenes de un grabado colonial con el logotipo de la empresa Telefónica sustituyendo la palabra MoviStar por “ColoniSar”; generando de este modo una analogía entre la pretérita invasión de los conquistadores en la Edad Moderna con la actual invasión perpetrada por las corporaciones en el tiempo de la globalización.

La idea de América Latina plantea una urgente mirada crítica sobre el hecho americano, en un momento en que Sevilla celebra a medio gas el XX aniversario de la triunfalista Exposición Universal de 1992. Ofreciendo al espectador un punto de vista más abierto y sincero sobre la situación del continente conquistado por los españoles que la del evento espectacular antes citado. Y lo hace, precisamente, desde el mismo lugar en donde hace más de quinientos años se gestara el descubrimiento del “Nuevo Mundo” y el consiguiente sometimiento a Europa de sus pobladores originales. Acto violento fundacional de América, que da paso a la búsqueda incesante de una identidad propia, marcada por la añoranza del pasado indígena perdido y por las huellas de la colonización.

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