lunes, 22 de marzo de 2010

Carta pedagógica sobre el arte contemporáneo.


La siguiente carta es el resultado de largas conversaciones y acaloradas discusiones con unos buenos amigos, defensores del arte estético/formal. Pretende ser una defensa de una concepción diferente del arte por la cual demos más importancia al contexto que al objeto. La cuelgo en el blog al creerla interesante para generar debates.

Un fuerte abrazo

CARTA PEDAGÓGICA SOBRE EL ARTE CONTEMPORÁNEO

Hasta dónde puedo llegar entiendo que vuestra concepción del arte se basa en tres pilares fundamentales: una alta estima – casi adoración – de lo estético/formal, una concepción prometeica del artista/demiurgo y una visión del arte como portavoz de lo sublime, que ajeno al tiempo, trasciende a lo mundano y emociona el alma. Sólo cabe añadir que esta idealista visión decimonónica del arte, me parece cuanto menos caduca y cuanto más burguesa y carente de sentido en el contexto actual. Me explico.
Salustiano, la Reencarnación, 2005, pigmentos y resinas de acrílico sobre lienzo

Entender la actividad artística como la creación o producción de objetos estéticos, vamos a llamarlos mejor bellos, es, de entrada, centrarse en la anquilosada idea de un arte objetual; negando, de momento, toda posibilidad de existencia a un arte no objetual integrado por performances, situaciones, acciones, etc. Además esta iconofilia suele olvidar un factor importante de la actividad artística: la comunicación; siendo mucho más rico entender el arte como un lenguaje que como un mero objeto. Una de las principales funciones del arte es representar, para lo cual el objeto es un medio más, pero no el único. Con esto no quiero decir que el arte deba rechazar lo estético – pues siempre será un lenguaje estético – si no que existe una estética más allá de la forma y que, como en todo lenguaje, el éxito está en el acierto tanto del medio (forma) como del mensaje (contenido), sin que en ningún caso podamos primar lo formal sobre lo conceptual en el arte – menos aún en la actual sociedad del espectáculo saturada de imágenes –.

Ver en el genio creador el paradigma del artista – vuestro segundo pilar -, es toparse nuevamente con una idea marchita ¡Noventa años después de la encarnizada batalla que Popova, Rotchenko, Tatlin y todo el talento de una Rusia efervescente, presentaran al concepto crear para sustituirlo por construir! ¡Gloria al Constructivismo ocaso del fetichismo burgués y lápida del siglo XIX! La razón por la que se rechaza al genio no es por ignorancia, pues soy muy consciente de que hay talentos extraordinarios, pero el espíritu de la época es la interconexión, la acción, las redes… Un artista creador lleva a pensar en un espectador pasivo, idea que sustenta esos cementerios del arte que son los museos – como diría un soberbio pero siempre sincero Marinetti –. El arte interesante es el que crea contextos, situaciones y que se enriquece con las relecturas del espectador atento; no el de los zombis que cámara en mano y souvenir en bolsa, pululan por los pasillos de las casas de las musas. En la época de la reproductibilidad de la imagen – ahora hablo de Walter Benjamín –, hemos superado la obra única, una obra de arte no tiene un solo significado; el David, por ejemplo, deja de ser un objeto para transformarse en una narración, que enriquecida relectura tras relectura hace ver algo nuevo, siempre conciente del espíritu de una época, al espectador del momento. La obra de arte ya no es única, sino plural, infinita en matices y sus creadores posmodernos juglares de un relato que se extiende y transforma a lo largo del tiempo – nuestro Picasso no es el Picasso de sus contemporáneos, ni es tampoco el que será para nuestro hijos, hoy no existe Picasso, sino su historia (sus historias) –.

Lo sublime, lo patético y lo siniestro, estas eran las categorías de la estética antes de las vanguardias y el objeto artístico, para serlo, debía remitir a una de las tres para entrar en el Olimpo de las Beaux Arts. Se entendía que esto era así porque siempre se ha tenido muy presente la condición del arte como lenguaje estético. Al entender que estas eran las únicas categorías de la estética, era lógico suponer que el arte debía representar exclusivamente en estas tres direcciones. Lo sublime, lo patético y lo siniestro eran los tres pilares de L’Académie, hasta que las vanguardias dieran una patada a este trípode sacrifical y las musas de Apolo salieran espantadas.





El arte se hizo autorreferencial, ya no necesitaba de un referente estético exógeno para justificarse, nunca más tendría que ser bello ni rendir pleitesía a los sentimientos para existir, al hablar de sí mismo, al representarse a sí mismo, se había hecho autónomo. Fue liberar al arte de su servidumbre estético/formal el mayor logro de las modernas vanguardias. Así fue que el arte se hizo abstracto y como la música logró su propio lenguaje (este fue el sino del arte hasta los 60’s).

En la postmodernidad el arte se convierte en un contexto, un lugar, una acción; es más una forma de comunicar ideas que un objeto. Si bien es cierto que lo singular de estos tiempos es que no son excluyentes y distintas concepciones del arte conviven de forma paralela. Pluralidad que ejemplifica el fin del trípode de Apolo sublime – patético – siniestro.

Así pues, terminando esta larga epístola deciros que soy consciente de la dificultad que presenta entendernos sobre este tema, nuestras diferencias son más estructurales que coyunturales y nacen de concepciones antagónicas de lo que es el arte. Yo remo a favor de la disolución del arte objetual, a favor de un arte contextual basado más en relaciones de lenguaje que en la manufactura de objetos físicos (aunque no los excluyo). Vosotros defendéis al creador singular que dotado de genio rompe los lazos del tiempo y es capaz de crear un original e imperecedero objeto, para asombro y regocijo de la Humanidad entera.

A partir de aquí ¿Cómo podríamos empezar a tender puentes?


Dejo la pregunta en el aire mis queridos amigos.

(El contenido de la carta, siendo fiel a su sentido, ha sido modificado en algunos matices para adaptarlo a su publicación en el blog).

La lucha es larga comencemos ya. TR4*. Década de los 70's

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